Suzdal, la joya del Anillo de Oro
Suzdal es un tesoro que aparece en la mitad de la nada. Una bocanada de aire fresco. Un ejemplo de conservación a través del tiempo. Gracias a su pasado grandioso, siendo la capital de un importante principado en la antigua Rus, un majestuoso kremlin y numerosos monasterios, algunos de ellos como el de San Ethymius, patrimonio de la humanidad, y con una muralla defensiva impresionante, han quedado hoy día para el deleite de locales y visitantes.
En un simple paseo de unas pocas horas, se pueden visitar los principales lugares de Suzdal. Un consejo, no correr. El tiempo se detiene aquí y el visitante debe hacer lo mismo.
Disfrutad de un baño en el río, tomad una “medovukha” bien fresquita, o simplemente contemplad una puesta de sol con los últimos rayos de luz del día bañando las murallas y cúpulas de los monasterios. Os aseguramos que no os va a defraudar y que vuestro deseo será el de permanecer más tiempo saboreando Suzdal y sus alrededores.
Suzdal, la increíble Rusia menguante
Subo al tren que me llevará de Moscú a Vladimir, mi escala en el camino a Suzdal. Lo hago pensando en lo que dejo atrás, una inmensa ciudad en todas sus caras. La imperial de los zares, la enormidad de la unión soviética y la interpretación ruso-soviética del mundo de occidente. Pienso que es una especie de crecimiento superlativo en la que cada época trató de construir una ciudad más grande que el anterior, como si dejar huella fuese una cuestión. Mi impresión es que dejo atrás una Rusia gigante.
Sin embargo, cuando bajo del tren todo se empequeñece, andén y estación se resumen a unos pasos. En el exterior, la estación de autobuses me espera. Apenas hay autobuses esperando partir y la mayoría de viajeros se concentran en la segunda planta rodeados de tiendas de todo tipo y, por supuesto, las taquillas.
Esperamos en los andenes que hay tras la estación y aquí vivo mi segundo momento menguante. El autobús que me llevará a Suzdal es pequeño, pero en el trayecto, entre otras cosas, descubriré que los rusos aprovechan bien el espacio.
Me bajo del autobús en Suzdal y la imagen de los grandes edificios del siglo XIX, las descomunales construcciones de Stalin y los enormes edificios de viviendas de los nuevos barrios moscovitas se ven reducidos a casas de un máximo de dos plantas y a casitas rurales de madera.
A mis ojos Rusia mengua, es otro país, otro lugar… que de repente hace que mis emociones se vuelvan crecientes si es que eso es posible. Saco mi lente mágica, no puedo perder el tiempo, tengo muchas imágenes que coleccionar.
Sigue los pasos del ladrón de imágenes en SuzdalTIPS
Cómo llegar
Para llegar a Suzdal hay que hacer un recorrido un poco largo, pero que sin duda te valdrá la pena realizarlo. Primero tendrás que coger un tren en Moscú, en la estación de Kurskaya que te llevará hasta la ciudad de Vladimir. Justo enfrente de la estación de tren está la de autobuses, donde podrás coger el autobús hasta Suzdal. Los tickets podrás comprarlos en la planta superior del edificio.
Desde Moscú necesitarás unas 3 horas para llegar a Suzdal donde descubrirás una Rusia distinta. Un lugar intacto al paso del tiempo, al impacto de los años de la Unión Soviética y del giro de 180º que supuso la apertura al mundo y al mercado capitalista.
En la ventanilla de la estación de Vladimir el billete a Suzdal te costará unos 80 rublos con derecho a asiento. Lo curioso es que el autobús te deja en una estación a las afueras del pueblo y le tendrás que pagar al conductor otros 16 rublos adicionales para que te deje en el centro del pueblo. Cosas de rusos.
Te subirás a un autobús bastante antiguo aunque el nuestro estaba bien conservado. Lo del derecho a asiento parece que no, pero lo agradecerás, porque a lo largo de las distintas paradas se sube gente y a nadie parece importarle demasiado que no haya mucho espacio. Entre unas cosas y otras, el pobre autobús sufre bastante en las cuestas.
Todo el trayecto es una experiencia viajera en sí, que puede que no te apetezca si no tienes mucho espíritu aventurero, pero insisto, vale la pena.
Dónde alojarse
Lo ideal es alojarse en una casita de madera o dacha, así vivirás la experiencia de Suzdal al 100%. A ser posible, que disponga de la típica sauna rusa o banya, donde lo pasaréis muy bien.
Nosotros nos alojamos en una de ellas, donde la propietaria nos trató excelentemente, eso sí no habla castellano aunque no creo que eso sea un problema porque la mujer es un encanto.
Allí probamos la sauna y también nos prepararon todo lo necesario para hacer una barbacoa. Ella se encargó de comprar la carne, el carbón y nos suministró las verduras de su propio huerto. Para desayunar nos preparó unos blinis (crepes) con mermeladas caseras que estaban buenísimas.
La reserva la hicimos a través del portal www.booking.com. Los precios que nos daba la página no incluían el desayuno, ni la sauna, ni la barbacoa, pero todo eso, a un cambio de unos 70 euros el rublo, nos salió por menos de 50 €.
Para concertar estos servicios tendréis que poneros en contacto con ellos, y probablemente podréis hacerlo a través de Booking, si no, no dudéis en escribirnos y os echamos una mano. Estos son los datos de la casita:
Guest House Na Bamburikhe (Гостевой дом на Бамбурихе)
Dirección: Ulitsa Bamburiha 17, Suzdal, 601293, Rusia
Улица Бамбуриха 17, Суздаль
Teléfono: +7 909 273 31 96
Coordenadas GPS: N 056° 25.433, E 40° 26.075
Qué ver
Os dejamos este enlace (en inglés) donde podéis ver qué visitar durante vuestra visita en Suzdal. Difícil recomendar. Simplemente hay que dejarse llevar por el aura del lugar y disfrutar.